I hail from the vibrant streets of Santo Domingo, Dominican Republic, where my musical journey began. From a tender age, I discovered my innate talent for music and the art of songwriting. Pioneering the fusion of technology and melody, I delved into sampling on a Kurzweil K250 with a Macintosh 512k back in the pioneering years of 1985-1986.
My studio odyssey unfolded within the hallowed halls of a 48-track analog recording sanctuary, where I maneuvered the intricate dance of engineering on two-inch tape and Dolby SR, orchestrated by the commanding presence of an SSL 4000G 64-input desk. My repertoire of skills encompasses the entire creative spectrum – from penning lyrics and composing melodies to producing, engineering, and masterful mixing.
In the heartbeat of Santo Domingo's music scene, I lent my engineering prowess to industry luminaries, shaping the soundscapes of countless hits. Beyond the studio walls, my creative spirit roamed freely, birthing captivating commercial campaigns and even composing the anthem for the Dominican Olympic Committee.
But life is a symphony of unexpected turns, and twenty years ago, I embarked on a soul-stirring journey that led me to embrace a deeper spiritual calling. Relocating to the United States, I pursued theological studies, eventually becoming an ordained Minister, all while honing my craft in digital cinematography with a B.S. from Full Sail University in Florida.
From the rhythms of music to the visual poetry of cinema, my life is a testament to the power of creativity, resilience, and unwavering faith.
Soy originario de las vibrantes calles de Santo Domingo, República Dominicana, donde comenzó mi viaje musical. Desde una edad temprana, descubrí mi talento innato para la música y el arte de la composición de canciones. Pionero en la fusión de tecnología y melodía, me adentré en el muestreo con un Kurzweil K250 y un Macintosh 512k en los años pioneros de 1985-1986.
Mi odisea en el estudio se desarrolló en los sagrados pasillos de un santuario de grabación analógica de 48 pistas, donde manejaba la intrincada danza de la ingeniería en cinta de dos pulgadas y Dolby SR, orquestada por la imponente presencia de una consola SSL 4000G de 64 entradas. Mi repertorio de habilidades abarca todo el espectro creativo, desde escribir letras y componer melodías hasta producir, ingeniar y realizar mezclas magistrales.
En el latido del corazón de la escena musical de Santo Domingo, presté mi destreza en ingeniería a luminarias de la industria, dando forma a los paisajes sonoros de innumerables éxitos. Más allá de los muros del estudio, mi espíritu creativo vagaba libremente, dando vida a cautivadoras campañas comerciales e incluso componiendo el himno del Comité Olímpico Dominicano.
Pero la vida es una sinfonía de giros inesperados, y hace veinte años, emprendí un viaje que conmovió mi alma y me llevó a abrazar un llamado espiritual más profundo. Al mudarme a Estados Unidos, estudié teología, llegando eventualmente a ser ordenado Ministro, mientras perfeccionaba mi oficio en cinematografía digital con un título de Licenciatura en Ciencias de la Universidad Full Sail en Florida.
Desde los ritmos de la música hasta la poesía visual del cine, mi vida es un testimonio del poder de la creatividad, la resiliencia y la fe inquebrantable.